miércoles, 8 de enero de 2014

Revolucionando la educación ambiental: rutas teatralizadas en la naturaleza

Seguro que no me vais a creer pero, el otro día, iba paseando por el monte y me encontré... ¡con una extraterrestre! Algunos sonríen, otros miran incrédulos, sin saber muy bien qué pensar.

Sángana ha sido nuestro primer personaje creado. Una extraterrestre que se mimetiza con el medio en el que se encuentra, que disfruta aprendiendo y que ha venido a la Tierra buscando una planta mágica. A lo largo de un tramo de menos de 1 km del río Buñol en el paraje de Ventamina, (Valencia) Miguel ayuda a Sángana a buscar una planta especial que sirva de alimento a su familia, que la espera en KOI 172.02, un planeta muy lejano. Miguel cuenta historias curiosas sobre algunas plantas que se pueden ver en la zona, muestra al público rastros de la fauna presente y explica aspectos relevantes relacionados con los incendios. Mientras, los niños (de 4 a 12 años), reaccionan ante la extraterrestre de muy diversas maneras: los menos, se burlan de ella; muchos le dan la mano, la abrazan y le dicen que no se preocupe, ellos la protegerán y serán sus amigos.

Pero esto que suena tan bien, requiere mucho trabajo. Lo primero era tener una buena idea. La ventaja fue que conocíamos a la perfección la ruta marcada, su vegetación y sus características y eso nos ayudó mucho a crear la historia. Necesitábamos una historia que enganchase a los niños, que los mantuviera atentos desde el principio hasta el fin. Así que optamos por incluir juegos y dramatizaciones de los asistentes a lo largo de la ruta. De esta manera son partícipes y protagonistas de la historia, y ellos mismos acaban descubriendo la planta mágica de Sángana.

Foto 1. Un niño le devuelve a Sángana la seta que ha perdido


El valor añadido de la teatralización

El método tradicional de mostrar los secretos de la naturaleza es a través de información escrita, o mediante un guía que transmite sus conocimientos. Pero existe otra manera diferente de hacerlo: las rutas teatralizadas. Así se entremezcla teatro y educación y el espectador siente lo que le transmiten los que están actuando en la naturaleza.

El principal objetivo de las rutas teatralizadas es realizar actividades de educación ambiental en la naturaleza de manera diferente, mientras nos divertimos todos, los visitantes y los educadores, que disfrutamos mucho con su compañía. Pretendemos que las personas que asistan a nuestras rutas vivan una experiencia única y disfruten de la naturaleza tanto como lo hacemos nosotros. Queremos transmitir sentimientos, sensaciones, emociones... que hagan al público vivir, sentir y emocionarse con una historia fantástica, con un personaje entrañable.

Porque no sólo vamos a contar una historia, sino que vamos enseñar y a aprender, vamos a mostrar que otro tipo de educación es posible, que se puede aprender divirtiéndose.

Las personas aprendemos mejor y comprendemos de una manera más clara visualizando, escuchando, viviendo aventuras y sintiendo el patrimonio como propio… El teatro consigue que sintamos, que nos pongamos en el lugar del personaje, que vivamos el momento de manera diferente. Nuestros sentidos se agudizan y nos hacen sentirnos parte del medio en el que nos encontramos.




La Interpretación a través del teatro, la educación a través del teatro, va a permitir preparar mejor a las personas para la vida, entender de otra manera lo que nos rodea y nuestras interacciones e interiorizar contenidos, conceptos, procedimientos y actitudes de forma diferente y novedosa.



El proceso creativo: de una idea a una realidad

Antes de empezar a escribir la ruta se deben conocer muy bien los elementos de patrimonio natural y cultural de la zona. Porque ante todo intentamos seguir los preceptos de la Interpretación del Patrimonio. Teniendo esta información preparada hay que pensar un tópico y escribir un tema para la ruta. ¿Alrededor de qué tema se pretende que gire la ruta? Nuestra elección fue la vegetación presente en Ventamina. Pero no nos podíamos limitar a nombrar plantas e indicar sus características. Eso lo hace cualquiera. Así que buscamos curiosidades, historias, cuentos, etc. relacionados con ellas. Y había que crear una historia, imaginar unos personajes originales, compatibles y complementarios. Y siguiendo diferentes técnicas de creatividad surgieron Sángana y Miguel, los protagonistas de nuestra primera ruta teatralizada en la naturaleza.

Teníamos una gran parte de la historia pero nos faltaba un final cerrado, espectacular, que relacionara los elementos que habíamos visto a lo largo del camino. Así fue cómo surgió la historia del romero, su magia y no arrancar las plantas.

Durante el proceso de creación, nos preguntábamos, ¿cómo conseguir introducir los elementos ambientales en la historia y que no quedara demasiado forzado, como un pegote añadido sin más? Y lo conseguimos escribiendo una historia redonda, relacionando, utilizando a los personajes, no sólo introduciendo conceptos sino también procedimientos y actitudes, que son más fáciles de relacionar con las actividades cotidianas que puedan dar lugar a una historia. Por ejemplo, cuando vamos andando por el monte muchos tienen la manía de arrancar plantas. Era un aspecto que queríamos tratar, pero no prohibiendo. Pensamos que era importante hacer ver al público que para captar la esencia de una planta no hace falta arrancarla y basamos nuestro final en esto, relacionándolo con el extraterrestre y su búsqueda. Y de esta manera, la historia se cierra.

El proceso educativo: aprender y divertirse, todo un reto.

Pero no podemos dejar de lado la parte educativa. La idea es que los visitantes aprendan sin apenas darse cuenta: conocimientos conceptuales sobre diferentes especies de fauna y flora (adelfa, coscoja, romero, jabalí, zorro, garduña), conocimientos procedimentales (sobre todo cómo andar por un sendero; cómo comportarse en el monte) y conocimientos actitudinales. Los niños aprenden a respetar la naturaleza, caminar en silencio, no arrancar plantas porque... ¿a ti te gustaría que te arrancaran un dedo? También hemos intentado dar mucha importancia al desarrollo de los sentidos: el oído (el canto del carbonero común y el croar de las ranas en el río), la vista (el reconocimiento de unas cuantas plantas), el tacto (con algunos rastros como plumas o egagrópilas) y el olfato (cuando descubren, al final de la historia, cuál es la planta mágica). Pero todo esto enmarcado dentro de la historia de Sángana y su búsqueda.



Foto 2. Miguel disfrutando de la ruta junto a Sángana
Ahora sí... ¡Se abre el telón!

Y después de buscar la información técnica necesaria, crear a los personajes, escribir la historia, cerrarla convenientemente, preparar el vestuario, ensayar, cuadrar todo con los tiempos, la ruta, los espacios, etc... ¿Qué? Llega la hora de la verdad, la hora de enfrentarse al público. Y todo lo que has estado preparando, ensayando, cuadrando... ¡Se descuadra! Te hacen mil  preguntas, se meten en el escenario, tocan tu vestido, te desconciertan, te hacen perder el hilo... Y tienes que sacar todas tus armas de improvisación, paciencia, memoria... y seguir adelante con la historia, porque la ruta sigue. Y si no es el público, te traiciona el tiempo. Porque no tenemos que olvidar que estamos en la naturaleza y el viento es tu peor enemigo porque se lleva tu voz lejos, muy lejos... y no vuelve. O llueve. Aunque de momento no hemos tenido que cancelar ninguna ruta por lluvias.

A los niños les gusta la historia, y a los mayores y a los profesores, también. Los juegos los vamos adaptando según el grupo, la edad, el tiempo. La primera ruta que representamos no se parece en nada a la que hacemos ahora. La esencia sigue siendo igual, pero hemos ido mejorando bromas, teatralización e historias. Así que evaluamos nuestro trabajo al finalizar cada ruta. Si no ha funcionado, en algo hemos fallado, lo analizamos e intentamos solucionarlo para la próxima. Si no hemos logrado mantener la atención de los alumnos, si no han entendido alguna historia o alguna parte, si se dispersan, hablan entre ellos, no atienden... algo podremos intentar la próxima vez.

Y siempre empezamos la ruta con la misma ilusión que la primera vez. Así que nos esforzamos por mejorarla e ilusionar a los alumnos. Porque el teatro, ante todo y sobre todo, te hace sentir, al que lo ve y al que lo vive. Y eso se siente, lo siente el público que nos visita y lo sentimos nosotros. Cuando Sángana cuenta cómo se produjo el incendio forestal de Ventamina, transmite la angustia que se vivió en aquellos momentos, la tristeza por la huida de los animales y el crepitar de las plantas al paso del fuego. Y cuando expresa su alegría por haber podido encontrar la planta mágica, la contagia a todos, que se ilusionan con ella. Por eso es tan importante que sea teatralizada, para conectar, para vincular al público con las emociones y conseguir esas relaciones que de otro modo serían muy complicadas.

El público tiene que acabar amando ese trozo de monte, ese tramo de río, ese rincón mágico, donde en cualquier momento puede aparecer un duende y contarte alguna historia maravillosa. Muchos se quedan esperando al duende... ¿Será el protagonista de nuestra siguiente historia en Ventamina?


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