A las 17.00 me coloqué en mi puesto y esperé la llegada del público. Llegaban silenciosos, guiados por Alberto. Alguno tuvo que trabajar más de la cuenta pero obtuvo su recompensa. Que me sintiera segura les hizo mucho gracia...
Durante el camino alguno me preguntó si yo era Sonia, son las cosas de que nos conozcan por teléfono o por internet...
La colaboración del público fue espectacular, sobretodo en la batalla. Y en el camino de vuelta hice una amiga de ocho años casi nueve que me contó cómo tocó un cactus cuando tenía dos años y su excursión a Ventamina hace unos meses.
Todo el que quiso se llevó su propio recuerdo íbero, el sonido de las aguas del río y el olor a romero.
Y en la despedida algunos se emocionaron e incluso aplaudieron antes de tiempo.
¡Nos encantó la ruta y los amigos que hicimos en ella! ¡Muchas gracias por venir!
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