miércoles, 10 de abril de 2013

La planta mágica de Sángana


Tonia y una sonrisa de oreja a oreja

El martes por la mañana madrugamos más de lo que nos hubiera gustado. Los nervios nos traicionaban. Después de muchos días de ensayos, todavía no tenía claro del todo el texto...

Cuando Begoña y Alberto vieron a Sángana sonrieron y empezaron las bromas: que si rana mutante, que si rana Gustavo... Sángana estaba orgullosa porque servía para lo que estaba concebida, provocar reacciones en el público.

La espera en el río ha sido eterna los cuatro días. Cuando la primera persona llama a la puerta, Sángana toma posiciones, se esconde en algún recoveco del río y a esperar.

Miguel tiene una primera parte muy entretenida, donde acaba arrodillado y rodeado de niños, como Jesús en sus mejores momentos. Los niños disfrutan de los rastros: piñas comidas, huellas, cacas y egagrópilas. Miguel siempre dice que es cuando los niños muestran mayor interés.



Mientras, Sángana, sola en el río, olisqueándolo todo y deseando que llegue alguien a romper su monotonía. Después de una larga espera, aparece Miguel rodeado de niños y hablando de rastros. Se colocan en la pequeña explanada del río y empiezan a llamarme. Por fin, Sángana hace su aparición. Todos se sorprenden, algunos se asustan y los niños más mayores, escépticos, se ríen de ella. Este personaje es para los más pequeños-piensan y empiezan a pasar de Sángana.



En el rincón mágico, Sángana consigue que se cojan de las manos y crean en los duendes, incluso nos preguntan por ellos. En los juegos algunos niños estuvieron muy graciosos, a pesar de su vergüenza y los padres se rieron.

El jueves apareció una amiga inesperada en medio del camino y Miguel tuve que enfrentarse a ella, cual Frank de la Jungla, una serpiente de escalera. Sángana no pudo verla, había demasiada gente... ¡Oh!
Y cuando todos descubrimos cuál es la planta mágica coincidimos en afirmar que lo es, más de lo que algunos esperaban.

El teléfono loco sufrió modificación en todas las rutas, pero creemos que, por fin, el viernes conseguimos que funcionara y Sángana aprendiera algunas cosas de varias plantas.

Y ya arriba Sángana se despedía con pena y ganas de repetir y volver a encontrare con más personas que le ayuden a aprender más sobre las plantas de nuestro planeta.

Los aplausos no son tan necesarios: preferimos la atención y las risas durante la ruta.

Sólo me queda añadir que es estupendo disfrutar del teatro y de la naturaleza en compañía de personas tan maravillosas como las que nos han acompañado estos días.

Muchas gracias a todos por venir a vernos y sobre todo a Isabel, por darnos esta oportunidad.

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