Había una vez, en un aula de
primaria de un país cuyo nombre no quiero acordarme, muchos alumnos y pocos
medios.
Las maestras estaban
desesperadas, ya no sabían qué hacer con esos niños que ya no se ilusionaban
con un trozo de cartón que se podía convertir en nave espacial, ni con imaginar
un nuevo uso para esas mesas viejas del aula.
Lourdes, la maestra, intentaba
mostrar a los niños que en este mundo hay algo más que televisión y
videojuegos; que ahí fuera (y señalaba al exterior del aula, el patio, la
calle, el cielo y más allá) hay un sinfín de elementos mágicos que nos pueden
hacer vivir aventuras maravillosas.
¿Y cómo lo intentaba? Lo
principal era fomentar esa Creatividad
que todos llevamos dentro, pero que tenemos que desarrollar, para conseguir
crear cosas nuevas y originales y autorrealizarnos como personas.
Pero los niños del aula de
primaria del país cuyo nombre no quiero acordarme, eran muy difíciles de
convencer.
- A ver si sois capaces de
comparar un libro con un zorro.
- Pero seño, eso es muy
difícil, porque no tienen nada en común.
- Por eso se llama Analogía Inusual.
- ¿Analo qué?
- Es un juego creativo, una
técnica, con la que tendréis que encontrar el mayor número de conexiones entre
estos dos objetos completamente diferentes.
- No parece complicado pero,
¿seguro que eso nos va a ayudar a nuestra creatividad?
- Al combinar a la vez la
palabra y la imagen mental de los objetos que comparas, tu mente integra tu
parte lógica, racional y verbal, con la parte intuitiva, global y plástica.
- Sí, claro... ¿Y todo eso
hace mi mente? Si muchas veces me dicen que no me entero de nada, y que soy un
tonto...
Y así seguían, la maestra
intentando mejorar la creatividad de sus alumnos y ellos negándose a mejorar,
influidos por esos clichés que siempre les han dicho y que deberían eliminar de
su mente.
Otro día, Lourdes, les
hablaba, a aquellos seres con alma, de la Lectura
Creadora.
- Tenéis que saber que podéis
llevar a cabo la lectura de manera que os dé la posibilidad de convertiros en
escritores. Es importante que os sintáis parte de la obra y que seáis capaces
de crear algo nuevo.
- Pero es que yo no tengo
imaginación. No se me ocurre nada...
- Cámbiale el final, o
introduce un personaje nuevo, seguro que puedes pensar en el cuento en otra
época diferente.
Y así, los alumnos empezaron a
cambiar los cuentos: Blancanieves tenía una hermana gemela; al final,
Caperucita se hace amiga del lobo; la Bella durmiente ya no vivía en un
Castillo, si no que formaba parte de un videojuego.
Los niños estaban empezando a
creer y a crear. Lourdes, la maestra, no se lo creía. Sus actividades creativas
estaban empezando a funcionar.
Cuando ya se acercaba la época
navideña, les propuso otro juego, que un tal Rodari llamó la Hipótesis Fantástica. Los niños tenían
que imaginar qué pasaría si los Reyes Magos de Oriente se olvidaran, de repente,
de que tenían que entregar los regalos. Al principio, todos los niños se
pusieron muy tristes y sólo daban hipótesis malas... hasta que uno pensó: “Pues
que nos haríamos regalos entre nosotros y serían más personales y más queridos
que los regalos de los Reyes Magos”. ¡Qué gran idea! Al final del día,
discutieron sobre cuál era la solución más creativa o cuál podría dar lugar a
algo nuevo... y todos colaboraron de manera activa. Lourdes estaba muy
orgullosa de sus alumnos.
Siguieron realizando
actividades, dentro y fuera del aula. Los días pasaban rápido y aquellos niños
que al principio decían que no
tenían imaginación, crearon e imaginaron historias estupendas.
Y así los niños se
convirtieron en los protagonistas de su propia historia.
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